Originaria de Tecomate, Chicontepec, Veracruz, -donde radicó hasta los once años-, Mariel Iribe Zenil presenta su libro El Último Intento mismo que cuenta con el sello del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Fondo Editorial Tierra Adentro), 2013. La obra contiene nueve cuentos que transcurren en escenarios domésticos, que tras la aparente monotonía cotidiana, guardan culpas, sicopatías y secretos ocultos. La autora nos describe las contradicciones a las que se enfrentan aquellas parejas, familias y amigos que durante años ignoran quienes son verdaderamente. Así, en "Una casa con jardín" el padre de familia descubre que toda su vida ha pasado de largo sus propias necesidades, en "Cine Veracruz" una anciana rememora y revive su amor enfermizo a través de un niño, y en “El juego” una joven pareja experimenta la erosión de los celos.
Radicada en Culiacán, Iribe Zenil se da un espacio en su agenda para Gente Huasteca y comparte lo siguiente: “El gusto por escribir lo descubrí en la prepa, pero ya desde la secundaria me gustaba mucho leer, así que empecé leyendo a García Márquez y a Rulfo, y viniendo de un pueblo de Chicontepec, pues de inmediato me sentí identificada con esos espacios rurales, así que empecé a escribir las historias que me contaba mi abuelo… Tiempo después, ya en la universidad, me propuse escribir un libro de cuentos… y después de seis años, terminé este libro: El último intento… El Último Intento es el nombre de un cuento, título que engloba la idea general de la obra: todas las parejas de los cuentos hacen un último intento por alcanzar algo”.
Sylvia Aguilar Zéleny (Narradora. Licenciada en literaturas hispánicas por la Universidad de Sonora y maestra en estudios humanísticos por el ITESM) comenta de Iribe Zenil y su obra:
“La de Mariel Iribe es una narrativa aguda que se esconde bajo el escenario de lo doméstico. El último intento es, por momentos, un close-up al espacio más íntimo: al de la pareja. Pienso en lo que ocurre en “Una casa con Jardín” donde la casa y su desarrollo y su construcción y su remodelación se vuelven aquello bajo lo que sucumbe un matrimonio y, por supuesto, un jardín. El deseo de la esposa de tener más se vuelve la carga del esposo que cada vez tiene menos.
Uno de los logros de El último intento es el acercamiento al espacio pequeño, la intimidad de la habitación, el departamento, la casa en el ejido, el pueblo, la memoria. En medio de una narrativa que una y otra vez construye las grandes ciudades y los terrores de la urbe, se agradece que en estos cuentos la atención esté puesta a lo que nunca vemos o que por tanto ver obviamos. “Remedios caseros” es ejemplo de ello, ¿en dónde si no en las tradiciones del pueblo, en las oraciones del Padre de la vieja iglesia encontrarían Sara y Joaquín los remedios necesarios para poder concebir un bebé? Baños de agua mineral, tés de falsa raíz de unicornio, jugo de limón, linaza en polvo, extractos de calígula… Sara lo prueba todo para cumplir su deseo –o acaso su obligación– de traer un hijo al mundo.
Las relaciones de pareja, los juegos de pareja, la exploración de fantasías, los secretos, los recuerdos justo antes que se borren son solo algunos de los temas que Mariel Iribe Zenil explora con una tranquila y aparente dulzura. El lector habrá de descubrir que detrás de estas páginas, bajo cada línea se esconde esa violencia, esa oscuridad que toda familia niega tener y que silencia a fuerza de rutina.
El libro se puede conseguir en las librerías Educal del país.
Este es el es ambiente rural en que Mariel Iribe Zenil vivió hasta los once años de edad en Tecomate, Chicontepec, Veracruz.
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